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El plato del lucro y en contra de la naturaleza y las personas

Por ejemplo, los pueblos indígenas tienen sus propios sistemas alimentarios locales autosostenibles que son diferentes al sistema alimentario actual dirigido por las empresas. En el sistema de valores indígena, la humanidad es una parte integrante de la naturaleza; no está por encima de ella. La tierra no se ve simplemente como una fuente de alimentos, sino como una entidad viva que también hay que cuidar y nutrir para que pueda sostener nuestras vidas.
Los alimentos se cultivan no solo para hacer frente al hambre, sino también para sanar nuestro cuerpo, mente y espíritu, y para mantener vivos los conocimientos y las culturas indígenas. El cultivo de alimentos enriquece la biodiversidad local, es decir, la suma de todas las diferentes formas de vida en la Tierra que dependen unas de otras para sobrevivir.

Los términos utilizados para referirse al actual sistema alimentario dominante son: “sistema alimentario industrial”, “sistema alimentario corporativo”, “sistema agroalimentario” y “sistema alimentario neoliberal capitalista”.

Este sistema se basa en la producción industrializada de alimentos a gran escala, su procesamiento, envasado y transporte a través de cadenas de valor cada vez más globalizadas. Un ejemplo es el trigo que se cultiva en Ucrania o Sudáfrica, se transforma en harina en Turquía o Indonesia, y se exporta y se convierte en productos alimenticios cotidianos como el pan en Italia y los fideos en Corea.

Pero, ¿qué impacto tiene este sistema alimentario dominante en otros sistemas alimentarios existentes, como el de las comunidades campesinas y los pueblos indígenas? ¿Y qué significa para nuestro planeta y el bienestar de todas las personas?

Antes de que los alimentos lleguen a nuestras mesas, los sistemas alimentarios locales se ven alterados, las personas son desplazadas y las comunidades agrícolas a pequeña escala son marginadas. Acaban perdiendo el control y el acceso a los recursos naturales, incluidas las semillas. Se deforestan vastos territorios y se convierten en plantaciones de monocultivos o cultivos únicos de alto valor, como la soja, el trigo, el maíz y las patatas, que se plantan en las mismas extensas superficies de tierra año tras año.

Aunque siguen existiendo sistemas alimentarios diversos y localizados, y las personas se organizan para crear otros nuevos, éstos se ven continuamente marginados debido a la expansión del control del sistema alimentario industrial dominante sobre los recursos naturales y las personas.

Como meros consumidores y consumidoras, es posible que no veamos la absoluta injusticia de este modelo alimentario dominante porque estamos en el extremo más alejado de su sistema. Pero es muy probable que la marca de pollo alimentado con soja que nos encanta freír y los cereales de maíz para el desayuno que siempre compramos sean algunos de los numerosos ingredientes injustos que desgraciadamente no aparecen en las etiquetas de los productos alimenticios que compramos en los supermercados.